Hace tiempo leí que Ferrán Adriá había sido invitado como artista, y repito, como artista para la edición nº. 12 de documenta (una de las exposiciones de arte contemporáneo mas importantes del Mundo). Esto me hizo pensar que no tenía ni idea de cocina y por ende de arte.
Siempre había creído que la cocina, la alta cocina, era una forma de seducción inventada para satisfacer nuestros sentidos, disfrutar de la vida, del buen comer, del buen beber... Mi ignorancia era completa. Descubrí que esta gente, además de todo esto, reinventaba en cada plato el mundo. Su oficio, a medio camino entre artesanos, científicos, alquimistas y artistas, nos inspira nuevas formas de ver la vida, de afrontar el día a día, de pensar en hacer posible lo imposible, en mejorar lo aparentemente inmejorable, combinar tierra y aire, agua y fuego, mente y cuerpo.
Comprendí que intentaban hacer lo mismo que aquellos, desde Altamira a Francis Bacon. Con un mismo lenguaje y un mismo fin que pintores, escultores, arquitectos o cineastas. mejoran la sociedad en la que viven y siembran la semilla de la vanguardia y la modernidad. Algo tan escaso y fugaz.
Ferrán acudió a documenta en calidad de artista, como lo que es, y no dejó indiferentes a críticos y colegas.
Después de cuatro años de ser nombrado el mejor cocinero del mundo, hoy deja paso a una nueva generación de chefs, que antes bebieron de él, y hoy buscan su maná en los productos ecológicos. Son los Ecochefs, comandados por Rene Redzepi, danés de nacimiento, ciudadano del mundo de adopción. Una nueva generacion de artistas que buscan en lo cercano, lo natural, radicalmente natural y lo ecológico los nuevos valores, aún sin descubrir, de la próxima década.
Dejemos entonces que nos sigan enseñando a vivir, eso si, con una buena botella de vino cerca.