Mariano Apóstol


Por Ramón Lobo.
Cuando he visto a Mariano Rajoy abrazado a una estatua que dicen que representa al Apóstol Santiago he comprendido a Lutero y toda la Reforma protestante. Mucho peor ha sido cuando el líder de la oposición y candidato a gobernar este país se ha puesto a hablarle al santo policromado en voz alta y a ofrecerle cosas estrambóticas. Ente nosotros, prefiero a la gente que charla sola por la calle, la que cree en la reencarnación, como el personaje de la madre en la última película de Woody Allen, la que se masturba delante de un cojín al que llama cariño o la que está convencida de que el mundo se acaba en 2012 porque lo dijeron los mayas que no supieron predecir su propio fin como imperio.
Rajoy tiene una ventaja sobre Zapatero: es sincero. Su cuerpo no engaña. Cada vez que miente o dice chorradas se le abren los ojos como platos o parpadea como un madelman electrocutado. En la foto del Apóstol era una mezcla de ambos. Zetapeta en cambio te lia con esos ojos de no haber roto un plato, dice esto o lo contrario, te sube la pensión y te la baja con ese tono de majete que deja pocas ganas de aguarle la fiesta. No sé quien gobernará tras las elecciones, pero yo ya me he sacado un billete a la Luna.


Por José Luis Roca


Manisfestación del Orgullo Gay. Madrid, 2010 from joseluisroca on Vimeo.
 
 
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